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25 de noviembre de 2011

9. El origen de sus úlceras


María le preguntó Jorge:
- Y si yo al final decidiera quedarme con Luis, ¿tu seguirías estando cerca de mí? ¿Seguiríamos siendo amigos?.
- Claro que si, te amo demasiado como para estar lejos de ti. Respondió Jorge para no demostrar ni una sola gota de egoísmo en sus declaraciones, la verdad era que la amaba demasiado como para para tratar de influir en la decisión que ella iba a tomar, aunque en realidad por dentro la incertidumbre le devoraba las entrañas.

Luis por el contrario, le dio un ultimátum, "es él o yo", sin términos medios, para zanjar el dilema pronto, a él no le agradaba la idea de que María probara con ambos pretendientes para poder escoger al indicado, en realidad esa idea solo le agradaba a ella. Entonces María viéndose en apuros escogió el mal menor, decidió quedarse con Luis, porque de todos modos Jorge le había prometido estar con ella aunque no fuera el escogido, y por su sinceridad fue relegado a ser solo el segundo plato.

Hoy después de treinta y siete años, María sigue saliendo con ambos, y todas las parafernalias de telenovela venezolana, después de aquellas múltiples vorágines pasionales y los momentos llenos de tensión que le provocaron úlceras gástricas a Jorge, la situación sigue exactamente igual que en los viejos tiempos. Como si fuese un ciclo predecible, Luis o Jorge ponen en jaque a María y producen un quiebre, la hacen decidir y ella aprovecha para solicitar el doble de atención por parte de ambos, escoge siempre a Luis y Jorge asume el rol de mejor amigo mas algunos "privilegios extras", todo bien por un mes o dos, luego Jorge y María se enamoran nuevamente, hasta que Jorge o Luis la hacen decidir en un ciclo infinito.
María dice que sufre, quizás sea cierto, pero también goza por dos y eso es innegable, quizás sea que nunca aprendió el verdadero significado de la palabra amor, es posible, mucha gente vive en la ilusión de creer amar, quizás fueron las distancias abismantes o mas probable aun, es que su ninfomanía nunca tratada haya sido siempre la causa de su incansable búsqueda de afecto. No importa cual sea el motivo, a tus sesenta y dos años de vida, esperemos que puedas encontrar la piedra angular de tu extraña forma de querer.

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