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28 de diciembre de 2011

11. El pequeño lóbulo frontal atormentado por el mundo sensible


Estas sentado con tus amigos, bebiendo feliz de la vida y parafraseando acerca de cómo el lenguaje construye realidades, de Maturana y otros temas de ebrios intelectualoides que nos impiden expresarnos de la manera en que se nos dé la puñetera gana y que a nadie, excepto a ti bajo los efectos del alcohol le interesan. Entonces sientes unos profundos e impostergables deseos de ir a mear, te paras y caminas tambaleándote hasta una puerta de madera, levantas la tapa del inodoro, eruptas y de la nada te encuentras botado en el piso con un chichón en la cabeza y tus pantalones empapados hasta la altura de la rodilla, rápidamente te reincorporas, por alguna extraña razón creiste que nadie notaría lo de tus pantalones y saliste del baño sin siquiera lavarte las manos. Hasta ahí todo bien, parecía la típica tarde de un día jueves para ti, sin embargo debido a la insensibilidad provocada por el alcohol o a tu exacerbada manía de parecer rudo, sentías tus manos algo torpes; no le prestaste mayor importancia.
Llegaste a la mesa de tus amigos y te sentaste con naturalidad, todos te miraron con caras de pescados asustados -Me mojé con la llave del agua.- Dijiste y encendiste un cigarrillo.
-¿Se equivocó de mesa amigo?- Dijo Guillermo, tu compañero desde hace tres años.
-¿Jaja, me queri´s bacilar?- respondiste 
-No, en serio amigo, ese asiento está ocupado-
-¿No me digas weón´, y por quién si se puede saber?- Contestaste, con esa simpatía que te caracteriza.
-Por un amigo nuestro, ahí viene.. ¡Ey Brian acá!
Entonces la angustia se apodera de tu ser, te ves a ti mismo caminando hacia la mesa. De pronto tú no eres tú, o lo eres al menos en consciencia, ¿pero de que sirve ser tú, solo en tu propia consciencia? cualquiera podría conscientemente simular a nivel mental el mismo fenómeno, ¿podrían en realidad ser los recuerdos que parecen tan reales, esbozos de la realidad que tu consciencia, en su necesidad por auto completar el relato de tu biografía mental, haya tomado experiencias ajenas, como las de ese tal Brian? Ni siquiera es necesario que te hayas dado cuenta que procesaste tal conocimiento, pues tu cerebro solo es capaz de procesar el 1% de la información que recibe, pudiste haber incorporado aquel conocimiento inconscientemente escuchando una conversación en un autobús por ejemplo, y de pronto te abruma la idea de pensar que cosas contienen tus sesos, que mundos se ocultan detrás de la ínfima fracción de fotones que somos capaces de percibir.
Ya no te importa ocupar el rol que has desempeñado socialmente durante los últimos veinte años de supuesta existencia, dices adiós al efímero y corruptible mundo sensible, lo único que importa es la pre corteza frontal y el hipocampo de tu cerebro, quizás conectados a un ojo y a una batería para funcionar por algún tiempo más. Puedes vivir en tu propia simulación cósmica dentro de la simulación demiúrgica, entonces es ahí cuando te preguntas: ¿y de que me sirven estas piernas, estos brazos, esta carne?. Pues obviamente para mantener a tus sentidos ocupados.
Comienzas a mutilarte, no quieres ser el esclavo de un simple encadenamiento sensorial, comienzas por tus extremidades, tu abdomen, tórax, esa cárcel craneal llena de distractores  físicos, desistes de la idea de quedar conectado a un ojo, y finalizas siendo nada mas que un trozo de corteza pre frontal e hipocampo conectados a una toma de corriente, nunca más habrán confrontaciones con el tiempo presente, eres solo tú y la simulación cosmogónica.

26 de noviembre de 2011

10. Castillo Party Hard



Esa noche con los muchachos nos reunimos temprano en el bar El Castillo de Concepción, ese antro de metaleros levantados de raja y góticos con caras de pasteros que queda cerca del barrio estación. 
Era el cumpleaños número diecinueve de Leonidas, también conocido como Leonsida o cara de tortuga; por su pelada reluciente. Nos juntamos para celebrar como caballeros. 
Estaba Oscar; el infante de marina que andaba de franco, Fernando el de las pastillas para no convertirse en hombre lobo, Mario el menor de edad ilegalmente infiltrado, Cesar el exitoso con las mujeres, Diego "voz de terminator" y yo, el hombre sin descripción.
Subimos al tercer piso en donde no cabía un solo alfiler, no quedaban sillas, aunque la verdad es que eso no nos importó demasiado, dejamos la docena de botellas de cerveza sobre la mesa y nos dispusimos a beber de pie, hablando de pudúes, peleas y otros temas menos trascendentales. 
A medida que el alcohol entraba en nuestros cuerpos y sin darnos cuenta, nos fuimos mimetizando con el ambiente y transmutando en seres más sociables, a partir de ese momento en mis recuerdos hay escenas cortadas, recuerdo estar abrazado con Leonidas y otros tres metaleros cantando una canción que se reproducía en la pantalla del plasma, se suponía que ellos venían con una docena de metaleros que celebraban un cumpleaños al igual que nosotros, brindábamos y compartíamos pensamientos intolerantes que teníamos en común. Miré hacia el lado y vi a Cesar en lo suyo con una gótica pelirroja con cara de ratón, a Fernando; el hombre de los ataques psicóticos en un rincón observando el panorama y a Oscar junto a Mario brindando con unos trasher. 
Pasó un minuto y mientras compartíamos con unos perfectos desconocidos, de quienes lo único que recuerdo es que eran de Osorno, se escuchó estrepitosamente la voz de Oscar:
-¡Sueltame la pierna maricón!- Giramos nuestras cabezas y vimos a Oscar de pie frente a tres trasher, lo siguiente me pareció transcurrir en cámara lenta.


Oscar acertó un combo el "lo hocico" a uno, se giró y arremetió contra la quijada de otro y agarrando del pelo al tercero, le partió la nariz de un cabezazo, luego como sin fuera una película de Tolkien, miles de criaturas mutantes se abalanzaron en dirección a Oscar, y con la esperanza aún de detener el conflicto, quise evitar que la criaturas se le acercaran. La buena intención se me quitó al recibir un puñete de parte del joven con el que hasta hacía un minuto atrás brindaba alegremente, entonces comencé a abrirme paso golpeando a todo aquel que no conocía, tomé dos botellas y las lancé hacía la turba sin saber a donde habrán ido a parar, vi entre medio de la confusión a Fernando lanzando sillas por el aire y divisé a mi izquierda a Leonidas en el momento justo en que recibía un puñete de forma maletera, a los demás no los pude ver. 


Todo eso transcurrió en unos sesenta segundos, de pronto subieron los guardias y arrojaron a Fernando por las escaleras, dieron unos lumazos a unos góticos que no tenían nada que ver y  golpearon con bastones eléctricos a todo lo que se movía. Así fue como una treintena de personas fuimos expulsadas del antro. Estando afuera vi como salían metaleros con el hocico roto, trasher`s cojeando y mis amigos algo desorientados, de pronto nos dimos cuenta que Cesar aún no salía, y pensando que lo podían estar empalando ahí dentro fuimos a patear la puerta metálica, hasta que salió muy campante con la gótica pelirroja del brazo.
Al ver al retén móvil que se acercaba desde la Plaza España, decidimos movernos rápidamente, próxima parada; Cerro Caracol, en donde tratamos de recordar sin éxito el motivo de la trifulca.



25 de noviembre de 2011

9. El origen de sus úlceras


María le preguntó Jorge:
- Y si yo al final decidiera quedarme con Luis, ¿tu seguirías estando cerca de mí? ¿Seguiríamos siendo amigos?.
- Claro que si, te amo demasiado como para estar lejos de ti. Respondió Jorge para no demostrar ni una sola gota de egoísmo en sus declaraciones, la verdad era que la amaba demasiado como para para tratar de influir en la decisión que ella iba a tomar, aunque en realidad por dentro la incertidumbre le devoraba las entrañas.

Luis por el contrario, le dio un ultimátum, "es él o yo", sin términos medios, para zanjar el dilema pronto, a él no le agradaba la idea de que María probara con ambos pretendientes para poder escoger al indicado, en realidad esa idea solo le agradaba a ella. Entonces María viéndose en apuros escogió el mal menor, decidió quedarse con Luis, porque de todos modos Jorge le había prometido estar con ella aunque no fuera el escogido, y por su sinceridad fue relegado a ser solo el segundo plato.

Hoy después de treinta y siete años, María sigue saliendo con ambos, y todas las parafernalias de telenovela venezolana, después de aquellas múltiples vorágines pasionales y los momentos llenos de tensión que le provocaron úlceras gástricas a Jorge, la situación sigue exactamente igual que en los viejos tiempos. Como si fuese un ciclo predecible, Luis o Jorge ponen en jaque a María y producen un quiebre, la hacen decidir y ella aprovecha para solicitar el doble de atención por parte de ambos, escoge siempre a Luis y Jorge asume el rol de mejor amigo mas algunos "privilegios extras", todo bien por un mes o dos, luego Jorge y María se enamoran nuevamente, hasta que Jorge o Luis la hacen decidir en un ciclo infinito.
María dice que sufre, quizás sea cierto, pero también goza por dos y eso es innegable, quizás sea que nunca aprendió el verdadero significado de la palabra amor, es posible, mucha gente vive en la ilusión de creer amar, quizás fueron las distancias abismantes o mas probable aun, es que su ninfomanía nunca tratada haya sido siempre la causa de su incansable búsqueda de afecto. No importa cual sea el motivo, a tus sesenta y dos años de vida, esperemos que puedas encontrar la piedra angular de tu extraña forma de querer.

23 de noviembre de 2011

8. El pie de frutos rojos





En un furgón adaptado vendiendo dulces, queques y berlines junto al hospital regional, vive Pancracia Tahona, conocida también como Cuasimoda entre los vendedores ambulantes de la cuadra. 

Pancracia se separó hace algunos años de su esposo en Temuco, de donde vino escapando de las pensiones alimenticias y de la gente que habla cantado, juntó el dinero de sus ahorros y se instaló con aquel puesto, sin embargo no todo iba tan jodidamente bien, el negocio no andaba y los dulces sofisticados de precio elevado no tenían ni tendrán cabida en la dieta universitaria adicta a la chatarra, hamburguesas vegetarianas y galletas de avena. El resto de la comida no es proletaria.
Un día bien tarde mientras preparaba unos strudel, desconcentrada y aturdida como de costumbre, una batidora cercenó su dedo meñique, el que inevitablemente fue a parar dentro del bol en donde preparaba la masa, dudó por un momento, pero sabía que nadie la estaba mirando, entonces tomó unas cuantas frutillas, moras y frambuesas y decidió hacer un innovador dulce.
A la mañana siguiente, un grupo de hambrientos estudiantes de ingeniería que acababan de dar un certamen fueron atraídos por el novedoso pie de frutos rojos.
-¡Que delicia!-. exclamaban los jóvenes. Dos horas duraron los sesenta dulces y además durante la tarde llegaron muchos estudiantes pidiendo el famoso pie, sin duda Pancracia debía volver a preparar más dulces para el día siguiente, pero su racionalidad le impedía mutilarse por un par de billetes. Entonces Cuasimoda tenía todo un dilema en la cabeza, cerró el boliche y salió a tomar un poco de aire, cruzó la calle y se fue a fumar un cigarrillo sentada en uno de los costados del arco de medicina, fue allí donde vio cómo desde el malabar salió un joven afirmado en los mocos de tan ebrio, apenas se arrastraba y un perro le había robado una zapatilla. Cuasimoda pocas veces había corrido tan deprisa, fue hasta el el furgón a buscar el cuchillo de cocinero y volvió hasta el joven, en una rápida intervención solo tomó lo que necesitaba, los meñiques.
Pancracia Tahona hoy en día es una exitosa empresaria dedicada al rubro de la pastelería, tiene varios furgones repartidos en Concepción y sus pie de frutos rojos tienen un éxito sin igual. Las noches de fin de semana se le puede ver merodeando a las afueras de los locales cerca de la plaza perú.

7. El hombre que vivía en un carrito de churros


En el parque Ecuador, a metros de la estación del mini tren, un hombre de buen bigote vive dentro de un carrito de churros, mide un metro cuarenta y uno, usa sombrero de copa, esmoquin y un bastón de color negro, suele asistir a las óperas y a los conciertos de la sinfónica en el teatro frente a la plaza, almuerza en un restaurant alemán de esos en donde se come con cinco cucharas diferentes y los garzones tienen más educación que la mayoría de nosotros, va a clases de yoga en la Ymca en donde aprovecha de bañarse, ya que naturalmente en el carrito de churros no hay agua Caliente.
Todos los domingos sagradamente se sube al mini tren y da un par de vueltas al parque, disfruta la vida dando saltos mientras silba, le compra algodones de azúcar a los niños y regala poemas a las señoritas, se da una vuelta por la logia masónica para saludar a los cofrades y luego regresa a dormir al carrito de churros.
Mi psicóloga dice que me lo invento todo, que él solo existe en mi cabeza y que debería mirar menos televisión, sin embargo sería ridículo decir que la tele pudiese tener alguna influencia sobre mi, ya que las enfermeras solo nos tienen permitido verla dos horas al día como máximo. Entre tantas inyecciones, psiquiatras en práctica y horarios monásticos, si no fuera por ese tablero de monopoly que usamos para jugar con los muchachos, seguramente estaríamos todos locos.

20 de noviembre de 2011

6. Los Anarco-Fascistas de la UdeC


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Gastón llevaba 32 horas sin salir de la toma y a esas alturas sentía la impostergable necesidad de salir a tomar aire, quizás era su claustrofobia incipiente o el fuerte olor a patas de Natalia lo que le complicaba, así que salió a buscar el carrito que vende completos frente a la pinacoteca, contó el dinero de sus bolsillos y una sonrisa se dibujó en su rostro al darse cuenta que también le alcanzaría para un jugo kapo. Al minuto, cuando iba caminando por la calle de servicio junto al plato, se percató de que cinco sujetos lo venían siguiendo, llevaban el rostro cubierto y bates de béisbol en las manos, trató de acelerar el paso cuando de pronto...
-¡Sieg Heil! ¡Tírate al suelo anarquista culiao!-. Y los cinco sujetos comenzaron a correr hacia Gastón. Nuestro rebelde amigo, destacado miembro del taller de atletismo de la universidad, logró tomar unos treinta metros de ventaja, sin embargo llegando a la multicancha se encontró con otros tres individuos de similares características, botas, chaquetas de aviador y pañoletas, todos armados...
-Te cociste rojo e´ mierda, -Ahora vai´ a saber lo que es weno´.- Gastón trataba de hacer memoria, sabía que esas voces eran conocidas.. pero su corazón latía a mil por hora, la angustia y los golpes no le dejaban pensar. 
-No me peguen más por favor, se los suplico! ¡Haré lo que sea!-. sollozaba.
-¿Lo que sea eh´?-. Dijo uno y se desabrochó el cinturón, los otros siete repitieron la acción.
-¡Sí, lo que sea con tal de que me dejen ir!-. Volvió a repetir. -¡pero de a uno a la vez!-. Susurró mientras comenzaba con la primera felación.
Quince minutos estuvo Gastón en esas faenas, y cuando terminó, sus hostigadores amablemente lo felicitaron por el buen trabajo, le dieron unas palmadas en la espalda y le convidaron un cigarro, sin embargo esto no fue suficiente para que él saliera de shock, y tiritando atravesó los pastos hasta llegar a educación, dio la vuelta por detrás de la biblioteca central y llegó a su facultad, completamente agitado y sudando frío entró al hall del edificio en toma, en donde para su sorpresa vio ocho bates sobre la mesa y un par de bototos sobre el sillón.. 
-¿Estaba rico el cigarro o no?- Dijo Mario riéndose, todos reventaron en risa.
Unas horas mas tarde durante la marcha nocturna sus amigos no cesaron de hacer referencias a la cruel y novedosa broma.
Con las semanas la broma se ha ido replicando en diversas facultades, otras universidades e incluso en distintas regiones del país, eso si, la identidad de los afectados ha quedado siempre entre "compañeros".

(Dedicado a la Cami, líder de los anarcofascistas UdeC xD)