estaba Raúl entre esquizoide y cuerdo
solo y triste como perro con hemorroides
abriendo el baúl azul de los recuerdos,
recordó al huemul androide colgado del abedul,
con el que tantas noches se había embriagado,
se recordó cagado a las afueras de Loncoche
en un trigal junto a la carretera resignado,
pues de Villarrica nadie lo llevó en su coche,
pero fue afortunado y era época de moras,
bebió de su cantimplora en el suelo tumbado
y observando la flora trepado de un ciruelo
divisó un riachuelo bajo un cielo nublado,
tomó un atajo y secó su frente con un pañuelo,
agradeciendo a su mente por el agasajo dado.